24.11.2009 - TEODORO LEÓN GROSS.DIARIO SUR
EL Ayuntamiento siempre ha estado cómodo dejando a Vladimir Beniachvili, en exclusiva, el papel de malo de la película en el conflicto urbanístico del Centro Ruso de San Antón. A Beniachvili, perseguido por las sombras de la mafia desde Suiza, le encaja esa máscara de antihéroe. En definitiva él era el promotor de ese oscuro macroproyecto en las estribaciones de la reserva natural, y de hecho parecía tener todo atado, extrañamente bien atado, hasta que la administración regional abortó aquella construcción sostenida en una alucinante declaración de 'utilidad pública e interés social' que le concedió el Ayuntamiento y que ahora acaba de ser anulada por una sentencia demoledora del TSJA dejando en muy mal lugar a los dirigentes municipales.
Lo inquietante de esta historia, de hecho, no está en las tropelías de un ciudadano particular sino en la complicidad del Ayuntamiento con él. Entre 2000 y 2002, con una diligencia que ya quisiera para sí cualquiera, el ruso sacó su Plan Especial en suelo no urbanizable con protección paisajística, se deshizo de las objeciones de los técnicos y obtuvo la aprobación con el marchamo de la 'utilidad pública'. Se rodeó de algunos conseguidores de ringorrango, y en el Ayuntamiento, para entonces su socio en el proyecto, le tendieron una alfombra roja. Después Beniachvili emprendió la ampliación de su palacete en Pinares de San Antón; quizá convencido de que, con todo lo invertido en conseguidores y mamoneos municipales, nadie tendría huevos de pararle su particular Xanadú. De hecho, el Ayuntamiento sólo envió el asunto a la Fiscalía cuando ya había prescrito. Eso elevó las sospechas de complicidad. Así pues, el malo de la película no es sólo aquel ruso con la soberbia herida por el fracaso de su proyecto, sino un Ayuntamiento que, a pesar de hacer declaraciones altisonantes y de anunciar órdenes de paralización de cara a la galería, en realidad nunca ha actuado para impedir esa construcción megalómana que aún sigue creciendo en las faldas del San Antón.
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