23 enero 2010

El alcalde, tan certero contra la Junta, en cambio es extremadamente poco certero sobre sí mismo

La culpa es de los otros

11.01.2010 - TEODORO LEÓN
El alcalde tiene razón: el primer semestre de Griñán ha sido decepcionante. En seis meses, el sucesor de Chaves ha frustrado las ilusiones de un cambio. Sostiene el alcalde, en la entrevista del domingo en Sur, que a la Junta le falta «interés y cariño» por Málaga, y se trata de un balance bastante certero: la gestión de la Junta dispone aquí de una maquinaria engrasada, y en según qué departamentos bastante eficaz, pero Málaga nunca ha sido una prioridad para Sevilla. Tampoco con Griñán. Ni estratégicamente ni simbólicamente ha habido una apuesta decidida. Tras exprimir la gallina de los huevos de oro del ladrillo frente al Mediterráneo, tolerando un desorden de efectos devastadores, ahora ni siquiera hay un programa de inversiones para contrarrestar el colapso económico en la zona. El primer semestre de Griñán ha sido de ilusionismo retórico. Más Chaves después de Chaves.
El alcalde, tan certero contra Griñán, en cambio es extremadamente poco certero en el balance sobre sí mismo. Con la Junta se muestra implacable; con el Ayuntamiento, ridículamente indulgente. Su balance es simple: 'todo está bien o es culpa de los otros'. No hay autocrítica ni siquiera por simular un cierto decoro intelectual. Incluso los casos de corruptela o juego sucio -Marmolejo, Campanillas- se imputan a la demagogia de la oposición. Y hasta niega que la ciudad tenga paralizados sus proyectos; olvidándose, con toda naturalidad, de los Baños del Carmen, el soterramiento de Cánovas, el parque de Gibralfaro, Plaza de la Merced, el bulevar, Alcazabilla. o la culpa es de los otros. Tras hacer fracasar el Plan General por no respetar los criterios establecidos, se presenta como víctima. Sabe que eso le dará votos, aunque perjudique los intereses de la ciudad.
De la Torre de hecho parece tener claro cuál es su programa hasta 2011: el victimismo. Apenas empezar el año, ya se ha retratado. Bajo la tromba de agua tras Reyes, en lugar de asumir sus responsabilidades por la ciudad colapsada, el alcalde cargó contra Fomento. Sin el menor fundamento -eso es la 'deslealtad institucional' en estado puro- buscó una coartada para atacar. Esta vez se vio forzado a rectificar, pero ahí queda la marca de su estilo: guantes de seda, colmillos de acero. Siempre encuentra un móvil para su mensaje: 'la culpa es de los otros'. Así ha construido su popularidad; aunque se haya quedado sin socios para los proyectos de la ciudad. Es el secreto de su éxito. Y sabe que el fracaso histórico de la Junta en Málaga, renovado por Griñán en su primer semestre, le sigue ofreciendo mucho margen para sostener esa estrategia del victimismo arrogándose el papel de 'bueno de la película', paladín -decía ayer- «de la concordia».

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