El nuevo presidente del colectivo de directores de hotel AEDH ,Rafael Albuixech, afirma que los establecimientos del litoral se han quedado viejos
Albuixech dirige el veterano hotel Las Palmeras de Fuengirola desde hace seis meses.
JOSÉ LUIS JIMÉNEZ. FUENGIROLA-SUR
Pese a las advertencias de su padre –también hotelero–, nuestro protagonista hizo la carrera de Derecho y nada más acabarla creyó que lo mejor era meterse también de lleno en el sacrificado mundo de la hotelería, por lo que cursó sus estudios de Gestión Hotelera. Rafael Albuixech trabajó en hoteles de Francia, Inglaterra y el Caribe hasta desembarcar en la Costa del Sol donde ha hecho la mayor parte de su carrera. Ahora es director del hotel Las Palmeras, en Fuengirola, y afronta el reto de sustituir a Antonio Martínez Valero al frente de la delegación malagueña de la Asociación Española de Directores de Hotel (AEDH).
¿Cómo le llegó la propuesta y cómo se encuentra tras hacerse oficial?
Era algo que se me viene sugiriendo desde hace pocos años. Fui vicepresidente de la Asociación de Empresarios de Hotel de la Costa del Sol (Aehcos) en la zona de Marbella y llegué, junto con otros directores jóvenes y de la mano de Salvador Vílches, a promover una modernización de la organización. El presidente nacional de AEDH, Vicente Romero, me lo planteo en 2009, pero no podía en ese momento porque tenía mucho trabajo. Ahora no es que tenga menos, pero es un reto que me ilusiona muchísimo. Creo que podemos hacer y aportar muchas cosas y tengo ganas enormes de que la AEDH tenga la misma repercusión que ha tenido en otras épocas para que realmente se nos tenga en cuenta. Pero no sólo para figurar, sino para participar en todo lo que tenga que ver con el turismo en la provincia.
Recuperar ese prestigio, ¿es quizás el principal reto que se plantea ahora el frente de la asociación?
Sí, pero yo diría más. Hay que recuperar el brillo que ha tenido la Costa del Sol en especial, no podemos dejarla morir. Está en la UVI y hay que reanimarla. Y, en ese proceso, los directores de hotel tenemos mucho que decir. Yo creo que por eso se me ha elegido. Porque quiero cambiar las cosas. Estamos anclados en el pasado pero, sin embargo, la profesión de director de hotel ha ido perdiendo importancia. Se nos considera como meros supervisores cuando manejamos cientos de puestos de trabajo, facturamos millones de euros y somos responsables del principal motor económico de la provincia. Recuerdo cuando era niño, cuando veía a mi padre como director, que era tratado como un ministro. Tampoco digo que volvamos a eso, pero sí que se nos reconozca como a gerentes que están a cargo de una empresa que tienen un tremendo impacto en la zona donde trabajan.
¿Se refiere a las administraciones públicas?
Claro. Como presidente me ocuparé de llamar a todas las puertas que sean necesarias a nivel institucional para pedir que se nos considere. Les mostraré nuestra disposición a todas aquellas que tienen capacidad de decisión a nivel turístico para aportarle todo nuestro saber. Los directores conocemos las necesidades de los turistas mejor que nadie. Y creo que no nos aprovechan lo suficiente. No podemos quedarnos en los despachos amargados por la crisis. Tenemos que salir y arrimar el hombro con los demás.
Dice que la Costa del Sol está anclada en el pasado ¿Por qué lo cree?
Considero que es así. Hablo de los hoteles. Independientemente de la situación de crisis que vive el mundo entero, en nuestro sector, además, hemos sido extremadamente conformistas. Siempre se ha pensado que, como venían los turistas y lo de siempre funcionaba, no había que cambiar nada; que vendíamos sol y playa y los turistas venían solos. No nos hemos preocupado por formar al personal, ni por renovar estructuras, ni de comercializar, ni diversificar... yo creo que hemos pasado de ser un destino de máxima calidad a un destino un poco cutre. Por lo que tenemos que mejorar muchísimo. Tenemos muchas camas pero establecimientos en algunos casos muy viejos, como el hotel que ahora gestiono (Las Palmeras, en Fuengirola). Han venido nuevos establecimientos y muchos están renovándose. Pero seguimos siendo más los otros y somos los que más problemas estamos teniendo con la crisis. Tocamos techo pero hemos ido descendiendo en calidad.
Decía el consejero de Turismo de la Junta de Andalucía, Luciano Alonso, que el 40% de los turistas eligen hoteles de cuatro y cinco estrellas ¿Habrá que apostar por ese segmento?
Yo tengo una teoría particular. Seguramente, vienen a estos hoteles porque nos estamos cargando a los de tres. Los hoteles de cuatro estrellas estamos vendiendo a precio de tres estrellas. Estamos echando del sector a estos últimos. Porque, como cliente, si ves los precios de hoteles de tres y cuatro estrellas y son iguales te vas al de cuatro porque piensas que es mejor. El error es el de siempre: comparar las estrellas. Pero les estamos haciendo un flaco favor a los compañeros que ostentan establecimientos de tres estrellas.
¿Están los directores de los hoteles de la Costa del Sol unidos en esto o están sometidos a una guerra de precios?
Ahora mismo, estamos todos muy preocupados y con mucha incertidumbre. Pero la guerra de precios, como dices, es una guerra sana. Cada uno tiene que sobrevivir como puede y, por eso, no hay mala relación. Pero sí falta corporativismo y unión frente a organismos que deciden en materia de turismo.
¿Está saturada la oferta de la Costa del Sol? ¿Tiene algo nuevo que ofrecer?
No lo creo. Siempre he pensado que hay mercado para todos. Todo lo que sea nuevo, nos viene bien para ponernos las pilas a la hora de poder competir. Si las circunstancias mundiales fueran otras pues, seguramente, habría sitio para todo el mundo. El problema es que, ahora, la gente no está viajando. Hemos vivido un año ficticio. Creo que el año que viene no va a ser igual, será muy complicado. Se dice que lo ocurrido en los países árabes nos ha ayudado. Yo, particularmente, pienso que no; que ese turista se ha ido a Canarias, que ha tenido un crecimiento espectacular y exitoso. Aquí no. Aquí hemos vendido más pero a precios más bajos por mucho que digan algunos políticos. Yo tengo mis cifras.
¿Y qué dicen esas cifras sobre la evolución de este año?
Entiendo que los políticos tengan que dar un mensaje de optimismo para atraer inversiones y más estancias. Pero creo que hay que ser realistas. En mi caso hemos mejorado la ocupación pero que hemos bajado el precio medio. Desde el año 2008 venimos manteniendo las ocupaciones en verano pero los ingresos siguen bajando. Si no, no habría tantos Expedientes de Regulación de Empleo (ERE), ni habría tanta estacionalidad, ni habría que cerrar hoteles en invierno. Y eso es lo que más me preocupa. Si somos un destino de sol y playa, no podemos cerrar en invierno. Seguimos teniendo sol y playa.
Sí, pero, ¿y qué más?
En eso, ahora estamos mejorando. La provincia de Málaga se está convirtiendo en un destino global. Estamos incorporando el segmento de cruceros. Se mueve también el de eventos y congresos. A nivel cultural vendemos bien nuestros pueblos y la capital. En esos términos creo que sí se están haciendo bien las cosas. Pero por el turismo de sol y playa por el que nos movemos principalmente, no. Lo hemos descuidado. Nos hemos quedado en los años 80 salvo excepciones que sí han invertido.
Parece entonces que no tenemos remedio...
Para nada. Las grandes cadenas hoteleras no son tontas. Están viniendo aquí. Y, le aseguro, que si se instalan en la Costa del Sol es porque han hecho un estudio comercial muy exhaustivo que les dice que aquí se puede trabajar bien. No invierten a lo loco. Claro que lo que está pasando ahora es desconcertante.
¿Cuáles son las principales quejas que llegan a los hoteles del litoral malagueño por parte de los turistas?
Siempre nos hemos caracterizado por tener un buen servicio y una relación calidad precio excelente. Pero el turista ya empieza a decir que somos caros con respecto a otros destinos que ofrecen lo mismo que nosotros ofrecíamos en los años 80. Creo que ése es nuestro caballo de batalla. Nosotros no vamos a ser ya más baratos que Túnez, Egipto o Croacia pero el factor que nos debe diferenciar aquí es que lo que demos sea muy bueno. Calidad. Formación; que la gente que se dedique a esto le guste. Pongo un ejemplo. Puse una oferta de empleo para un puesto de maitre. Me llegaron 200 currículos. Y de ellos, sólo entendí que estaban preparados cuatro. Había personas que no habían trabajado de camarero en su vida. Un puesto de maitre no es cualquier cosa. Si queremos ofrecer el mejor servicio necesitamos personas que tengan una verdadera vocación y que conozcan el oficio. Ser camarero es una profesión muy digna. No se tiene que tomar como último recurso.
«En las comidas de familia sólo hablamos de hoteles»
Usted lleva los hoteles en la sangre...
Y eso que mi padre trató de persuadirnos, tanto a mi hermano (dirige un establecimiento en Canarias) como a mí, de que no trabajásemos nunca en hoteles. Este puesto, además de una gran responsabilidad, conlleva muchas horas de dedicación. Aunque, en muchas ocasiones, no somos los dueños del hotel, sino que las compañías hoteleras nos contratan, tienes que pensar que lo eres. Y eso es raro. Además, por si fuera poco, mi mujer es hija de otro director de hotel. Así que imagina lo aburridas que son las reuniones familiares: siempre hablando de lo mismo...
Y eso que iba para abogado...
De hecho, terminé la carrera y soy licenciado. Pero me tiraba esto de los hoteles. Tras hacer la diplomatura de Gestión y Administración hotelera elegí hacer carrera fuera de España para llegar a puestos directivos lo más rápido posible. Estuve en Francia, en Inglaterra y, finalmente, pasé tres años y medio en establecimientos del Caribe. En ambos, como director responsable de alimentación y bebidas. De nuevo volví a España y he trabajado en Antequera, Torremolinos, Marbella y, ahora, Fuengirola.
En un proyecto, además, ambicioso: recuperar Las Palmeras.
Un hotel que está pasando malos momentos pero que fue, en su momento, el hotel más grande de España. La cadena para la que trabajo, Pierre&Vacances (francesa) ha apostado muy fuerte por renovar Las Palmeras y el hotel El Puerto y lo vamos a conseguir.
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